Melina Furman: “La motivación es clave para el aprendizaje”

La investigadora, bióloga y doctora en Educación analiza la escuela pospandemia

Por Martin Lencina

Melina Furman es bióloga por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y máster y doctora en Educación por la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y profesora de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés (Udesa). Es autora de Guía para criar hijos curiosos: ideas para encender la chispa del aprendizaje en casa (Siglo XXI, 2018) y Ciencias naturales: aprender a investigar en la escuela (Novedades Educativas, 2001), entre otros.
Furman señala la importancia y la necesidad de rever contenidos y metodologías de enseñanza y aprendizaje, enfatizando la necesidad de llenar la escuela de preguntas que permitan pensar, razonar y argumentar.
Destaca la gran importancia social que tiene la escuela dentro de la sociedad. Y como la pandemia nos hizo dar cuenta del valor de la escuela como espacio. No solo como espacio que ordena la vida en sociedad, sino también como espacio que contiene, que hace que esas horas por día los chicos, las chicas, los adolescentes, estén con el foco puesto en aprender, en ser niños, en vivir su vida fuera de casa, en aprender a estar en comunidad con otros distintos, todo eso que es tan irreemplazable de la presencialidad.
Se interroga ¿Qué pasa cuando los chicos no pueden ir por varios meses a la escuela? Pasan un montón de cosas que quedaron expuesta durante la virtualidad. La escuela garantiza ese espacio de estar con pares con el foco puesto en aprender. Más allá de que hay muchas cosas que cambiar en el modo en que la escuela enseña, uno de los grandes tesoros de la pandemia fue habernos dado cuenta de su valor como espacio; en muchos casos, también, del enorme trabajo que hacen los docentes y lo difícil que es ser un buen docente.
También dejo secuelas y las consecuencias en educación son graves. Entre otras cuestiones, hay que resolver la brecha digital para una educación equitativa. Si uno mira los datos a nivel sistémico, hay muchos chicos y chicas que no volvieron a la escuela, no sólo en Argentina. Eso es una consecuencia tremenda. Más allá de que hayamos encontrado creatividad pedagógica y que hayan aparecido cosas interesantes, el balance de la pandemia es negativo. Sobre todo porque ya teníamos indicadores educativos muy serios desde antes, con mucho abandono escolar, muy bajos niveles de aprendizaje donde los chicos salían de la escuela, incluso los que lograban egresar, aprendiendo menos de lo que uno desearía, menos de lo esperado. Todo eso se amplificó.
Ante esta situacion es necesario pensar la escuela desde otra mirada. No estoy planteando la Innovación como eslogan de marketin, sabemos que esta palabra, es algo que se puso de moda y parece que hay que llenar la escuela de tecnología, tirar las paredes abajo y pintarlas de colores. Se debe utilizar la palabra innovación pero entendida distinto: es mirar lo que hacemos cotidianamente como docentes, directivos o autoridades educativas con ojos nuevos, tratando de ver qué es lo que vale la pena conservar –y acá vuelvo a la idea de habernos dado cuenta de todo lo que sí tenía la escuela– y en qué queremos hacer algo distinto. Qué problemas queremos resolver y cómo vamos a ir buscándole la vuelta para que esto se solucione. En este caso, uno de los problemas grandes que dejó la escuela remota, este año de escuela híbrida, alternada, es la ampliación de la cantidad de chicos y chicas que no volvieron, sobre todo en secundaria. Hay muchas cosas por hacer, que se están haciendo, pero que hay que redoblar los esfuerzos.

Los cambios que tendria que implementar hoy para que el aprendizaje y la escuela generen una motivación mayor seria pensar esta institucion corridos de dispositivos pedagogicos rigidos, pensados para un tiempo que ya no existe.
El tema del diagnóstico y conocer cuáles son los efectos de una enseñanza que no motiva, que no genera disfrute por el aprendizaje, que no genera comprensión, donde los alumnos se van acostumbrando a no entender, a repetir sin entender y a pensar que aprender es eso. Esto es grave porque los chicos pasan mucho tiempo en la escuela, son muchos años de la vida, esos años de mayor efervescencia y potencial. En muchos casos los vamos acostumbrando a que aprender no es algo para ellos, los vamos expulsando de cierto mundo del conocimiento, del mundo de la cultura. En ocasiones, eso tiene que ver con no lograr darle vida a ese conocimiento para hacerlo apasionante, no lograr encontrar cuáles son las grandes preguntas, los dilemas, los modos de pensar de esa disciplina. A veces ese modo, menos interesante, más árido, apaga esa potencial chispa que podría haberse encendido. Con las ciencias exactas, naturales, que son las que yo más investigo, pasa un montón. La motivación es clave para el aprendizaje. Y reconectar con el propio entusiasmo es fundamental para motivar a los alumnos.
Una mala experiencia en las etapas del aprendizaje repercute en la eleccion de las carreras profesionales del nivel superior. Pocos estudiantes en Argentina eligen carreras en ciencia y tecnología, que tienen por otra parte muy buena salida laboral, mucha demanda y que son clave para generar una economía del conocimiento.
Las malas experiencias de aprendizaje de nuestros alumnos no debe llevar a reflexionar sobre muchas cosas. La primera es la formación docente. Hablo de la formación docente inicial, el trayecto hacia ser docente, y la continua, cuando ya son docentes en ejercicio. Parte del asunto es poder seguir formándose como docentes durante toda la vida como profesional. En la formación docente, muchas veces el modo en que los docentes aprenden no es coherente con el modo en que uno querría que enseñen luego. Si un docente en la formación está escuchando y tomando nota pero después va a tener que enseñar a armar debates, juegos o actividades donde los estudiantes sean protagonistas, es casi mágico que pueda suceder. Hay formadores docentes que están haciendo cosas hermosas pero todavía no sucede de manera masiva. Una de las cosas que más sabemos de la investigación es que si uno no hace que los alumnos tengan un ratito para reflexionar, para darse cuenta de lo que aprendieron -la educación que se llama metacognición, ese aprendizaje no se termina de afianzar. Si uno no tiene buenas herramientas para la evaluación, una evaluación formativa o auténtica, donde voy a proponer situaciones de la vida real, donde van a tener que poner en juego lo que aprendieron más allá de decirlo en lápiz y papel, si no me formo en eso, ni en el profesorado ni en la formación continua, es imposible poder hacerlo. Hay mucho que tiene que ver con esa formación. Diría que ahí está una de las claves más grandes.
Qué otra cuestión resulta fundamental para mejorar el nivel educativo, tiene que ver con las condiciones de trabajo de los docentes. Cuánto tiempo tienen los docentes en las escuelas –tiempo pago me refiero–, para trabajar con colegas, con profesionales del aprendizaje, que son la base de la transformación educativa. El cambio tiene que partir de la escuela como unidad de cambio, con reuniones de equipo donde se pueda mirar para adentro, planificar en conjunto, probar cosas nuevas y evaluar qué pasó, mirar los trabajos de los chicos. Las condiciones del trabajo docente, sobre todo en secundaria, hacen muy difícil poder innovar. En nivel inicial y primaria es distinto, hay más tiempo, hay más terreno de oportunidad para seguir transformando la enseñanza. De hecho en nivel inicial los docentes hacen cosas muy interesantes. Una de las cosas que hago en las formaciones docentes es juntar docentes de distintos niveles, de jardín de infantes, primaria y secundaria. Lo que tienen para enseñar los docentes de inicial a otros docentes es un montón. Hay algo de la mirada más puesta en el conocimiento integrado, en lo lúdico, en lo participativo, que es moneda corriente en el nivel inicial y que se va perdiendo muy rápido en los otros niveles.
Son muchos los aportes que realiza Melina Furman, que nos interpela como educadores, nos convoca a pensar nuevas formas de abordar la enseñanza, en un mundo completamente diferente al que vivimos hace unos 30 años atras.

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